jueves, 20 de octubre de 2011

QUEER BORDERLINES




QUEER BORDERLINES

La Teoría Queer representa una disidencia total con respecto a las categorías y construcciones sexuales comunes, categorías universales como “homosexual”, “heterosexual”, “hombre”, “mujer” y demás son desechadas y destruidas. Toda heteronormatividad es abolida y se plantea una nueva plataforma para las relaciones humanas, donde las practicas sexuales, las practicas culturales de la sexualidad, y las características anatómicas (genitalidad) son cosas separadas y no necesariamente necesitan tener una supuesta “coherencia”. Es posible hablar de diferentes “roles” sexuales o diferentes papeles a desempeñar por una misma persona, sin una correspondencia predeterminada por cuestiones externas e impuestas por una sociedad. Toda practica sexual es una construcción cultural y social, y no está sujeta a ningún tipo de orden biológico o a reglas especificas de comportamiento.

Este discurso se ha visto plasmado en el arte de performance, la importancia del cuerpo y la acción, será decisiva para completar o romper los paradigmas de la sexualidad. Desde el arte feminista hasta nuestros días, el cuerpo a ido cobrando una importancia sin precedentes, como arma política de denuncia y protesta, como para la re-significación de nuevas cartografías del cuerpo, que han incidido directamente en la comprensión de cada individuo sobre él mismo, la toma de conciencia y decisiones sobre la sexualidad de cada persona comienza desde el cuerpo, y termina de vuelta en él.

Aquí me enfocaré en rescatar algo de lo más significativo del arte de performance desde la escena queer del arte extremo, dentro del arte corporal y arte de acción. A partir de esto, pretendo desarrollar un código para estudiar el cuerpo a nivel semiótico y simbólico, sus significaciones y sus representaciones poéticas, en pos de evidenciar la manera en que se conectan el discurso queer y la corporalidad performátiva, como centro de transacción y deconstrucción de los estudios de género y en general de la dimensión sexual del ser humano.

Los límites del cuerpo como epicentro de las transformaciones en la esfera sexual humana, desde el arte de performance.

Comenzaré con Guillermo Gómez Peña y su performance “Ciberpunk Chicano” o la pieza “Real Faces” con la Pocha Nostra, donde el concepto de “Descolonización del cuerpo” juega un papel crucial, pues éste afirma que somos “cuerpos ocupados” y que a través de la toma de conciencia de ello se puede proceder a dislocar-se, pues la identidad sexual pareciera estar dada de manera inmediata a través de mecanismos de la cultura y de la sociedad. El simple hecho de “Trans(des)vestirse” ,como lo hace Peña en esta pieza, genera un choque a nivel semiótico sobre las construcciones del cuerpo, a través del uso de diferentes prendas como un corpiño, un penacho, vestimenta de charro, tacones, labial rojo y aretes. A partir de esto, logra distorsionar y hablar de una identidad fragmentada, no sólo a nivel sexual, sino político y cultural, denominándose como un cyborg, androide mediático, un mexicano, parte chicano, parte gringo, parte máquina, parte hombre, parte mujer, y al mismo tiempo ninguno. Las prendas, la ropa, los accesorios de Peña tienen un papel importante, ya que vienen a significar partes aisladas de identidades dispersas, cada uno habla un idioma diferente, pertenecen a supuestos diferentes,y esto provoca que al verlos juntos en el mismo cuerpo, se rompa la ilusión y comience lo ambiguo, lo distinto, lo ajeno, lo diferente: lo raro.

Otro exponente importante es Hector Falcón, con su serie “Metabolismo Alterado” performance donde el autor se somete a un riguroso régimen alimenticio y a la ingesta de esteroides para lograr deformar su figura, logrando así pasar de una complexión media a la figura de un fisiculturista. Todo el proceso es documentado y presentado como una crítica a los convencionalismos de belleza, a los estereotipos actuales donde los varones dejan de ser varoniles y se convierten en muñecos inflables, lampiños, feminizados, como si se tratara de encontrar la perfección a través del sacrificio de la propia corporalidad. Los cánones de belleza inculcados por los mass-media tienen una resonancia a nivel cultural sobre los cuerpos de miles de hombres y mujeres, Falcón se deforma-transforma, para dotar de significado a su proceso y convertirse en un reflejo vivo de lo que causan las estrategias heteronormativas para controlar los cuerpos de los individuos, masificándolos y volviéndolos maniquíes.

Por otro lado, Dominic Jhonson, otro exponente del arte queer extremo, explora la masculinidad y la problematiza desde un nuevo punto de vista. En su performance “Filoctetes” ,junto con Ron Athey, ambos artistas se ven inmiscuidos en un drama bíblico donde se pone en relieve la incorruptibilidad de la carne, de la misma forma que con Peña, buscan una resignificación del cuerpo, esta vez en pos de lo sagrado. La pieza comienza con Jhonson que entra gateando, semidesnudo, vistiendo únicamente un suspensorio blanco y un casco estilo soldado romano. De pronto para, y expulsa desde su ano una bola disco tamaño miniatura. Esto dentro de otras acciones.

Esta resignficación del ano, a nivel corporal, implica una nueva comprensión del cuerpo masculino. El concepto de masculinidad se ve atrofiado debido a que se subvierte el estatuto de virilidad y de lo varonil en el soldado romano. Todo esto se pierde en cuanto da-a-luz por el recto una esfera luminosa de multiples espejos.

El uso del esfínter anal como receptáculo también será explorado por Ron Athey, y aún más a fondo en su pieza “Judas Cradle”, donde el artista se somete a la tortura homónima. Esta tortura consistía en dejar caer con las piernas abiertas y lentamente, al acusado de herejía, sobre una pirámide de madera sólida que poco a poco iba penetrando y desgarrando desde el ano a la víctima, siendo así la muerte por traición, la más dolorosa y vergonzosa. Sin embargo, Athey logra performarla y llevar sus significados a nuevos niveles. El ano ya no es un “espacio corporal” de vergüenza o castigo, sino que es parte de un todo relacionado con lo profano y lo sagrado. Se comprende como parte de un cuerpo que oscila entre ambos hemisferios: lo espiritual y lo corporal. Aquí la disidencia sexual de Athey se ve plasmada en proponer un método de tortura inquisitivo, con alto grado de heteronormatividad y construcciones sobre el cuerpo, a base de culpa y miedo, partiendo del dogma como una herramienta de placer. Ron Athey performa la sodomía en pos de una re-configuración de la cartografía corporal masculina. En su pieza “Solar Anus” podemos observar como es que dicho esfínter se convierte en un trono para lo sagrado, expulsando un largo collar de perlas y, posteriormente, siendo penetrado por largos y anchos dildos que salen de los tacones de las botas negras que porta el performer. Sus posiciones son completamente sexuales, sin embargo su actitud apunta a una beatificación a través de las sensaciones, abandonando lo sexual y convirtiendo el acto completo en una parusía del cuerpo doliente: del cuerpo raro.

Definitivamente, el cuerpo y sus significaciones son parte fundamental de la naturaleza sexual humana. Es necesario comprender el cuerpo más allá de una simple herramienta o vehículo para el placer sexual, comenzar a verlo como un espacio geopolítico de propuesta, un espacio para la creación diaria, un intersticio que permita quitar y abolir las condiciones preconcebidas impuestas por un régimen heternormativo caduco, reglas sobre nuestra corporalidad que vienen dadas desde que nacemos y que nos atan a normas sociales, políticas y culturales. El arte de performance es un muy buen sitio para ampliar los horizontes del cuerpo y vernos desde nuevas latitudes, transformar nuestra realidad a partir de nuestra relación intima y pública con nuestros cuerpos. 

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