sábado, 14 de enero de 2012

Ano Malía





ANO MALÍA _

el esfínter anal como espacio político y corporal para la deconstrucción y transgresión del concepto heteronormativo de masculinidad en occidente, desde el arte de performance


Dedicado a la memoria de Melchor Zortybrandt de Java (Mago Melchor)
"La gente cree que soy así de pervertido en la vida real, que hago esto de
introducirme por el ano cosas al estomago cotidianamente, pero esto es arte.
No entienden la diferencia"
ANO MALÍA
El esfínter anal como espacio político y corporal para la deconstrucción y transgresión del concepto heteronormativo de masculinidad en occidente, desde el arte de performance.


Orificios y Salientes
El cuerpo humano está compuesto a base de orificios y salientes, el cual, desde el comienzo de los tiempos, ha sido provisto de significaciones culturales, sociales y políticas, además de sus obvias implicaciones, como la diferenciación cultural de género o el uso especifico de la genitalidad para fines procreativos, dentro de la esfera de las diversidades sexuales y de las construcciones de género. El cuerpo ha cargado con grandes estigmas; la cosmovisión cultural, a partir del dogma judeocristiano, lo cargó de prohibiciones, haciendo imposible su exploración y denunciándola como pecado. Debido a ello, la integración de “cuerpo” y “mal”, dentro de las posturas ascéticas popularizadas en la Europa medieval y renacentista, fue tan fuerte como la unión de conceptos como “alma” y “bien”, en pocas palabras, el cuerpo siempre ha sido sede de los peores actos, fenómenos y rituales, ora fisiológicos, escatológicos o sexuales. Hoy en día, todo esto se ve reflejado en las aproximaciones culturales que despliegan los grupos sociales para con sus propios cuerpos. En ello encontramos barreras, pudor, reglas y normas, prohibiciones, practicas específicas y un sin fin de interpretaciones, de ficciones del cuerpo, de representaciones de sus funciones y de sus características simbólicas. El cuerpo es un reflejo del imaginario cultural, de la sociedad, apropósito de ello, en el texto “Puerco, Iracundo y Obsceno”, Alina Mazzaferro, menciona: “Se trata de un cuerpo delator: el hombre es transparente, a través de su cuerpo se percibe su moralidad, el mundo entendido como un espacio regido por un orden biológico”
Efectivamente, los grupos sociales se vuelcan sobre “el cuerpo”, por lo que, a partir del trato que le dan, dejan ver tanto sus temores, como derrotas y victorias culturales, pues cada una de sus salientes y orificios, sus pliegues y superficies, están llenas tatuajes atávicos, así como de signos que, juntos, enarbolan mitopoéticas y geopolíticas, cartografías corporales.

Divido al cuerpo en salientes: tejidos eréctiles, senos, pezones, pene, lengua, dedos, extremidades, etc; y en orificios: boca, ombligo, poros, vagina, oídos, fosas nasales, entre otros. Este binarismo corpóreo está altamente relacionado con las identidades sexuales, conceptos como: masculinidad y feminidad, se disputan entre salientes y orificios, tal pareciera que las construcciones milenarias en torno del cuerpo, se centran en asociar al cuerpo del hombre exclusivamente con el pene y el de la mujer con la vagina, marcando que lo masculino está ligado a lo activo, a las salientes, es decir, lo que penetra, y lo femenino, lo pasivo, a los orificios, osea lo que es penetrado. De tal forma el cuerpo del hombre, definido canónicamente como masculino, interviene como ente activo, y la mujer, con su deber femenino, funciona como receptáculo de dicha acción, en los rubros simbólicos, sociales y políticos; construyendo así, las concreciones de género alrededor de las fisonomías y la corporalidad, códigos de entendimiento social para el devenir de un equilibrio heteronormativo.

Debemos entender la problematización de conceptos universales de “Masculinidad” y “Feminidad”, como imprescindibles, ya que al tiempo-espacio donde nos encontramos: la era de lo trans, lo hipertélico; es imposible seguir pensando al mundo dentro de un binarismo rígido, sin posibilidad a lo alternativo y las mutaciones.
La fluctuación entre ambos conceptos constituye su deconstrucción, y con ello se reflexiona sobre ideas inscritas bajo una ideología heteronormativa, mutilante, caduca e insuficiente para estos fenómenos. Debido a ello, mi postura dentro del arte de acción, me permite valorizar el cuerpo más allá de construcciones clásicas de género y de identidad sexual, buscando en ello abrir una puerta a una sexualidad diferente, una apertura a nuevas formas de comprender el cuerpo y el mundo. Es por ello que me valgo de la transgresión al concepto de masculinidad, en pos de una deconstrucción y ampliación de los territorios que le corresponden al hombre y a la mujer. Ataco desde la perspectiva masculina por la simple razón de poder hablar desde mi mismo, debido a que de manera anatómica mi cuerpo es denominado como “masculino” y se pretende ejerza una identidad viril y heterosexual; es entonces que me es posible analizar esta cuestión no sólo desde la teoría, sino desde mi propio testimonio y cuerpo, pues justamente es a través de la comunicación que sostengo con mi cuerpo desde donde realizo mi trabajo como artista de performance.


Breve Historia del Ano
Además de un espacio político, el esfínter anal ha sido fuente de inspiración para numerosos artistas, y existen interesantes piezas de arte basadas en esta área del cuerpo, aunque la mayor parte del tiempo resultan crípticas y oscuras para el grueso del público, se mantienen escondidas en un ámbito underground de las manifestaciones artísticas y culturales, o en su caso: contra-culturales.

Desde la antigüedad clásica se puede observar cómo es que se le ha dado primordial importancia al cuerpo en las representaciones artísticas, basta pensar en la figura del sátiro, que decora múltiples y diferentes productos culturales de la civilización grecolatina, para darnos cuenta de los acentos en los miembros sexuales, o aún con mayor anterioridad, al pensar en las venus de la etapa de las cavernas y sus amplias caderas y enormes culos. Sin embargo, la exploración del ano como objeto de reflexión artística se mantendrá como un tema extraño y poco reconocido hasta el romanticismo, donde se voltea directo al interior del artista, donde comenzará la búsqueda de nuevas significaciones para el cuerpo.
Exponentes del realismo se preocuparán por mostrar una aproximación fidedigna de las cosas y será el caso de Courbet con su “Origen del mundo” donde un primer plano vaginal forma parte por primera vez del lienzo. Pero no será hasta el simbolismo donde podremos encontrar piezas de arte que mencionan ampliamente el esfínter anal, una de las obras más importante es “Los Estupros” poema construido entre Rimbaud y Verlaine, donde dedican toda una parte del texto a esta zona del cuerpo, el llamado “Soneto al ojo del culo”, del cual transcribo a continuación un fragmento:

Oscuro y arrugado como un clavel violeta
entre el musgo respira humildemente oculto,
húmedo aún del amor que la pendiente sigue
de las nalgas blancas al borde del abismo.

Esto constituye una de las primeras exploraciones del arte dentro del territorio anal. Más adelante la literatura se sumergirá dentro de este tema gracias a exponentes como Georges Bataille, donde quizás su obra más representativa sea “Ano Solar”, pues a través de una intensa búsqueda erótica logra generar un símil entre el mundo y lo anal. Al mismo tiempo las artes visuales comenzarán a interesarse por este tipo de temas, después del boom de la revolución sexual, fotografías como las de Pierre Moliniere, donde se exploran temas como el trasvestismo, el fetiche y por supuesto lo anal, con primeros planos del artista abriendo las piernas, dejando ver su ano colonizado por una roza blanca que ha sido introducida con todo y espinas “Rose Blanche”, o imágenes icónicas como la del autorretrato de Robet Mappelthorpe introduciendo un látigo de cuero, igualmente en su ano. Posteriormente el cine y otros métodos alternativos a las artes visuales tradicionales posaran su mirada en el orificio trasero, será Jhon Watters quien en su clásico del cine de transgresión “Pink Flamingos” nos muestre en la pantalla grande la secuencia de un ano abriéndose y cerrándose. El advenimiento del arte corporal con movimientos como el accionismo vienés, el grupo Gutai y el arte de la transgresión, causó la inauguración de categorías estéticas de lo abyecto y lo escatológico, donde por primera vez en la historia del arte eran explorados los terrenos sexuales en su totalidad, y con ellos el ano.


Los Anales del Cuerpo
De todas las partes del cuerpo masculino, la que más pone en duda su supuesta masculinidad, es no una saliente, si no un orificio, tal vez el orificio más escandalizado y estigmatizado a lo largo de la historia del cuerpo, el esfínter anal. El ano, es un orificio, una abertura a contra-punto de la boca, cubierto por mucosa, es por donde se deslizan las heces fecales, desechos corporales, hacia afuera de nosotros, gracias a la acción de un esfínter voluntario. Pero al mismo tiempo existe la posibilidad de verlo como una herramienta para el placer sexual, y por ende convertirlo en un orificio no sólo de salida, sino de entrada, volverlo receptáculo de cualquier saliente, inclina la balanza y pone en riesgo lo masculino del hombre, feminizando su virilidad al sodomizarlo, al pensar siquiera en su posibilidad erótica, pornográfica o sexual. La etapa anal, es aquella donde se supone aprendemos a controlar dicho esfínter y el objeto sexual es puesto justo en esa zona, según Julia Kristeva, es aquí donde el niño aprende a despreciar y abyectar los desechos, como la mierda, para no ver en ellos objeto de deseo alguno, y así conformarse, construirse y contenerse. El terror anal del que habla Beatriz Preciado, inculcado a todos desde la infancia, es el que contagia de prohibición todo lo relacionado a lo anal, desde el simple contacto con el esfínter, hasta el asco producido por el olor a mierda. “La Perversión infantil" según Hall Foster, donde el artista busca provocar y burlarse de la ley paterna, utilizando la mierda como vehículo transgresor, a través del cual pone en tela de juicio la autoridad del padre, encontrando una secreta fé por creer que en lo más profano se encuentra también lo más sacro, es otra de las manifestaciones culturales y psicológicas de lo anal. Estas y más son las construcciones teóricas y conceptuales alrededor del esfínter anal y sus agregados: defecar, sexo anal, enemas, la mierda, etc.
El arte del cuerpo se ha ocupado principalmente de encontrar nuevas significaciones y signos en torno de lo corporal y sus implicaciones, estéticas y culturales. Dentro de los primeros discursos del cuerpo, donde jugó un papel muy importante el pensamiento feminista, podemos encontrar acciones y conceptualizaciones que convierten al cuerpo en un espacio plástico y político de crítica social, principalmente como herramienta artística y activista contra los dispositivos heteronormativos que marcaban una clara desigualdad entre hombres y mujeres, siendo éstas las primeras en levantar la voz a través de acciones icónicas como la quema de sostenes en el famoso “Freedoom Trash Can” en Atlantic City, durante la elección de “Miss América 1968”, así como la participación emblemática de artistas como Judith Butler, Chris Rush, Vicki Hodgetts, y muchas más que conformaron “Woman House Project” donde se entabla una comunicación con el espacio, con tal de resaltar los mecanismos de poder y opresión sexual sobre las mujeres, piezas de arte acción como “Semiotics of Kittchen” o “From eggs to Breast” ponen de manifiesto la relación entre el cuerpo femenino y el espacio domestico.

Conforme el paso del tiempo, el cuerpo fue visto desde otros ángulos, y con ello explotado en diferentes terrenos. Las primeras manifestaciones de lo “masculino” en el arte de performance, ocurren después de la valorización del movimiento feminista como co-creador de una estética del cuerpo, y del arte corporal, todo esto sumado al action painting , generó que varios artistas encontrarán en el arte efímero, así como en los happenings, sus principales fuentes de producción, desde allí es donde se enarbolan los terrenos de crítica a la mayor parte de construcciones heteronormativas que suponen, y esperan, cierto tipo de comportamientos del hombre y la mujer; clasificaciones igualmente retrogradas y agotadas.
La importancia del concepto de lo “masculino” se verá a lo largo de nuevos discursos que irán surgiendo después de la década de los 70´s, principalmente la aparición de la figura masculina se verá plasmada en concreciones de artistas como Vito Acconci con su pieza “Trademarks” donde se muerde a si mismo con tal de dejarse marcas que son usadas como huellas testimoniales, Joseph Beuys con “America Loves me” donde interactua con un coyote salvaje durante varios días, Chris Burden siendo baleado en el brazo en la acción “Shoot” , Bill Viola, Yves Klein, Paul MacCarthy, Bruce Nauman, Gunter Brus, entre otros. Todos ellos representan las múltiples caras de la figura masculina en la performance, sin embargo será hasta la aparición de la cultura Drag, donde comenzarán ataques frontales a la “masculinidad”, debido al despliegue de múltiples teorías de género desprendidas desde el feminismo y que aun hoy continúan su crecimiento y estudio, como la teoría queer, y la biopolítica.

Cultura Drag y Cuerpos Poliedros
Una de las principales aportaciones de la cultura Drag y la estética Camp, ha sido la hiperbolización de la masculinidad, desde el trasvestismo Drag Queen y Drag King, donde se pretende una reconfiguración de lo masculino, ya sea desde una subversión en pos de lo “femenino” o una apropiación para su recreación, hombres que al trasvestirse, generan una exageración de los rasgos femeninos, suprimiendo los masculinos, pasando de lo ambiguo a una máscarada de genero, donde la identidad sexual es claramente problematizada a través de su indicadores sociales y culturales, de la misma manera las mujeres que trasvestidas de hombre, logran señalar lo masculino y resumirlo en posturas, vestimenta, accesorios, actitudes y de más, ayudan a la deconstrucción del concepto de masculinidad, en un principio entendido como característica obligatoria del hombre viril que, por poseer pene, es masculino.

En particular el movimiento Drag King, encabezado por Diane Torr y Del Lagrace Volcano, en los 80´s, aporta una construcción paradigmática de la producción de la masculinidad, donde a partir de la extracción de lo entendido como “masculino” se puede entablar un discurso de género, toda adherencia cultural ligada a lo masculino es tomado como útil dentro de este movimiento, y presupone la problematización de las características necesarias para comprenderse como “Masculino”. De esta forma una mujer puede masculinizarce a través de modificaciones corporales, ya sea desde la simple vestimenta y accesorios, hasta intervenciones quirúrgicas o la aplicación de esteroides, o testosterona.

El arte de performance se apropiará de este tipo de ejercicios semióticos alrededor del cuerpo, Guillermo Gómez Peña, por ejemplo, en su trabajo en la Pocha Nostra, muestra una identidad fragmentada a partir del uso de diferentes prendas al mismo tiempo, el Trans(des)vestismo es una reestructuración cultural, política, social y de género, donde a partir de la incorporación de prendas cargadas de significación e implicación, se intenta una “descolonización” del cuerpo. Para Peña, somos cuerpos ocupados, nacemos con ciertas características anatomías y raciales, culturales y sociales, que nos convierten en un cierto tipo de persona, y la sociedad que rige estas construcciones nos exige y espera de nosotros el cumplimiento de dichos roles, cuando Peña se trasviste usando un penacho, un saco de mariachi, lápiz labial, tacones rojos, guantes largos y negros, un reboso por falda, una capa, portando una metralleta y hombreras para jugar fútbol americano; logra dislocar su cuerpo, ya no es más un hombre “masculino”, sino un cyborg, un híbrido, una quimera. Al atacar así los códigos corporales de vestimenta, el cuerpo se libera, las significaciones entre el uso de ciertas prendas y la manera de portarlas dan una nueva visión al acto de vestirse.

De la misma forma Hector Fálcon, en “Proceso Anabólico” toma esteroides que modificarán su corporalidad, pasando de una complexión media, a la de un fisiculturista. Falcón busca una crítica a los estándares marcados por la sociedad heteronormativa y los mass media, donde a partir de falsas premisas imponen una cánon de belleza actual, el hombre es sometido a un sin fin de cambios con tal de seguir el ideal físico de la cultura de masas. Falcón se deforma-transforma, en pos de una revalorización de las características de la masculinidad, a nivel físico, se vuelve “tan masculino” que comienza a dejar de serlo: su corporalidad cambia y salen músculos por doquier, su piel se vuelve lampiña, los cuidados metrosexuales le dan una apariencia femenina, etc.






Ano y acción

TRANSGRESIONES A LO HETERONORMATIVO
DECONSTRUCCIÓN DE LO MASCULINO
A propósito del análisis de la deconstrucción del concepto de masculinidad desde el arte de performance, que implican una crítica feroz a la heteronormatividad que rige los cuerpos en occidente, y las prácticas culturales de la sexualidad tanto en hombres como en mujeres, comenzaré por estudiar y describir las piezas más representativas de arte acción, en cuanto a dichos temas.

En la pieza “The Gold of my Ass” Paco Nogales elabora una crítica a la prohibición del uso del esfínter anal masculino sin otro fin más que el fisiológico, advirtiendo que mientras el culo de las féminas es deseable, el del hombre no. Lo heteronormativo es transgredido en medida que el ano es utilizado como contra-punto de la vagina en las mujeres, y por consiguiente es capaz de guardar cosas, es susceptible de sacar-de-sí, otra cosa que no sea solamente excremento. En la acción, Nogales enlaza las diferentes partes de un salón, invadiendo el espacio a través de un cordón dorado, que sale de su ano. Metros y metros de este hilo dorado entablan una comunicación con el espacio y lo habitan, creando una telaraña áurea, que dirige todo al ano del performer. Esta acción constituye una clara revalorización y re-significación al uso del esfínter anal, el hecho de que ese “despreciable y sucio lugar” se desprenda oro, implica la clara subversión de los conceptos heteronormativos, para Nogales el ano es un espacio de creación capaz de dar vida, un amplio lugar de redescubrimiento cultural, social y sexual.

El ano como espacio que da vida, que se concibe como útero, es mistificado por Lee Adams en su pieza “The Lenguage of flowers” basado en la idea del cuerpo como generador de poesía y vida, este acto se centra en la visión de George Bataille acerca de las apariencias de los objetos, del transexualismo orgánico oculto en la naturaleza. Adams toma esta premisa para volverla pieza de performance, la acción consiste en permanecer en una complicada posición, dando el culo al aire, y dejando las piernas suspendidas, dejando caer el peso del cuerpo sobre la espalda alta y el cuello; del orificio anal sale un ramillete de flores blancas, que después se irán integrando hasta generar una liana verde que llega hasta el techo, como si del ano del artista naciera una enredadera eterna que se apoderara del espacio, el jardín colgante que elabora conceptualmente es una clara invitación a concebir al ano como una fosa, una composta donde la vida es posible, todo tipo de vida nace en oscuridad y humedad, y tal es el caso del ano de donde florece el acto. La masculinidad privada de la capacidad de dar a luz, de dar vida, de procrear, se subvierte, pensándolo como un equivalente de la matriz femenina, en dirección opuesta a la idea de que sólo las mujeres pueden tener “labor de parto”, Lee Adams logra dar a luz una floresta completa.

Regularmente, dentro del régimen heteronormativo, existe la idea errónea de que la cavidad anal es un lugar prohibido, no debe tocarse, no debe mencionarse. La exploración de dicho terreno constituye un ataque directo a lo “masculino”, la virilidad se pierde en medida de que se vuelve pasivo al hombre. La sodomía como acto artístico comenzó a ser conceptualizado y expandido desde los accionistas vieneses. No sólo la idea de penetración anal, sino también la de retención o la de expulsión. Cuando el ano expulsa de sí una serie de objetos extraños, se dice que se ha profanado la masculinidad, como si esos objetos fueran culpables de la denigración y el dolor masculino. El temor al dolor anal opaca la necesidad natural de exploración corporal, el orgasmo de próstata fue denominado “Pecado Nefando” por la iglesia medieval y castigado con muerte en la Santa Inquisición, el coito anal, el sexo entre dos hombres, siempre ha sido penado, por leyes morales, culturales, sociales,etc. El poder del ano que expulsa, se ve claramente definido en acciones épicas como las de Melchor Zortybrandt de Java, fakir pionero del arte extremo mexicano, mejor conocido en la escena underground del Distrito Federal como “Mago Melchor”. Dentro de sus acciones más importantes se encuentra “El Cordón de plata”, una acción de alto control anal, donde desde su ano saca una larga tela plateada de catorce metros de largo, después expulsa seis pelotas de billar, y posteriormente introduce una botella de vino, haciéndola desaparecer adentro de sí, y volviéndola a sacar volteada, de cabeza. Este acto obsceno y atroz, denominado como algo antinatural e imperdonable, se convirtió todo un mito dentro del arte de acción mexicano y conforma una clara exploración del esfínter anal, no sólo como un espacio para dejar-salir cosas, sino como un recinto sagrado, pues todo el acto se lleva acabo con un fervor ritual. El uso del culo como el centro sexual y de significación es llevado a otro nivel por este personaje, mitad leyenda, mitad héroe anal. A pesar de aparente falta de justificación artística, Melchor enarbola un nuevo código de mitopoéticas al rededor de grandes saberes universales como el “hilo de plata” conducto por el cual se dice nos conectamos a nuestro “Ultra Yo” astral. Para el Mago Melchor, el ano y la exploración anal, es la principal herramienta fisiológica para encontrar la verdad. Al introducir objetos “inusuales” en su ano, problematiza la idea heteronormativa del culo como un espacio clausurado a los curiosos, y lejos de ser un acto denigrante, la sodomización se convierte en un ejercicio de dignificación corporal que conecta al individuo con un todo sagrado, al contrario de las prohibiciones sexuales y culturales de las sociedades heteronormativas.

Dentro de las concreciones acerca del cuerpo como recinto de lo sagrado, nos encontramos con exponentes como Dominic Jhonson, quien al partir de la idea de un cuerpo sin órganos, puede llevar al extremo sus practicas performativas. La mayor parte de la obra de Jhonson se centra en una revitalización al discurso Queer, desde el arte de acción, su simbología personal incluye el uso de artefactos utilizados en los gay-clubs nocturnos y la deconstrucción de íconos que representan la masculinidad a nivel de imaginario colectivo, como es el caso de los supensorios jockstraps, que dejan el culo descubierto. En su pieza de arte acción “Filóctetes” donde a través del mito, el artista intenta involucrar su cuerpo más allá de los límites corporales, haciendo una crítica a la falta de interés social en la trascendencia. El performer se arrastra alrededor de la sala, vestido únicamente con el jockstrap, un casco de soldado romano y una banda al rededor de la cintura. Desde su ano expulsa una bola disco del tamaño de un puño. Esta acción trasciende sus significaciones obvias y se convierte en una crítica a la difícil situación social, en tanto a temas como el VIH, y la cultura gay, que desde la estructura de la teoría queer, representa un concepto confeccionado por lo heteronormativo de la cultura heterosexual y monogámica. La bola disco y el casco de soldado romano, remiten a una significación del dolor y de la sexualidad masculina, de la enfermedad y la muerte. La bola disco saliendo del ano de Jhonson se convierte en la esfera brillante que ilumina la noche de los raves y las salvajes fiestas de fornicación homosexual, un hermoso sol venéreo, que hace que reconsideremos el supuesto heterosexual del ano como un foco de infección.

Otro sol importante dentro de las construcciones anales del arte de performance es sin duda alguna el ano solar de Ron Athey, artista de talla épica, que de hecho participó con Jhonson en “Filoctétes” y que es tal vez el máximo exponente del arte queer extremo.
Solar Anus” de Ron Athey, esta basado en el texto homonímo de Georges Bataille y en la estética de Pierre Moliniere, se trata de una pieza de arte de performance donde a través de la reconstrucción de las premisas del texto (dolor, placer, lo sagrado, lo profano, el erotismo y lo prohibido) se desarrolla una epopeya performátiva al rededor del trasvestismo y la conexión entre el movimiento del mundo y el movimiento sexual. El acto comienza con Athey sacando desde su ano una muy larga tira de perlas blancas, mismo que esta tatuado con rayos alrededor del esfínter, haciendo alusión al mismo sol, o incluso jugando con el termino anatómico de “radianes del ano” que denomina los pliegues que se hacen en torno de esta zona. Después de sacar todas las perlas, Athey toma asiento y tras portar una corona metálica, de color dorado, comienza intervenir su rostro a base de agujas e hilos, abriendo sus párpados y deformando su rostro, posteriormente se trasviste con unas medias de red y tacones rojos, a los que se les ha acondicionado dos dildos largos y negros, en la parte de los talones. El performer introduce un dildo tras otro gracias a un movimiento regular de piernas, la penetración continua y el movimiento del auto-dildaje, llevan al performer al éxtasis sagrado.
En esta pieza encontramos como es que el ano se convierte en un lugar sacro, de y por donde se comienza la sacralización, el ano como blanco del designio de los dioses, y como espacio político para la elaboración de un discurso contrasexual, que aplasta devastadoramente toda premisa heteronormativa. Athey convertido en el astro rey, es capaz de crear planetas y sistemas solares enteros a partir de su esfínter sagrado. La performance en cuestión prueba la capacidad del ano por convertirse en un elemento poético y de alto grado simbólico, a nivel ritualístico, como se dio en muchas de las performances masculinas de los años 90, al relacionar el erotismo místico al sadismo y el masoquismo extremos dentro de las practicas sexuales periféricas y subversivas, siguiendo las premisas y teorías de Bataille. Así mismo, Athey explora el dolor corporal para introducirse en el mártir, en la carne incorrupta, la herida abierta, el cuerpo que no puede morir.

La idea de tortura anal, es desarrollada por Athey al máximo y llevada a otro nivel con su pieza “Judas Cradle” una co-creación con la sopran Juliana Snapper, basada en “la cuna de judas” antiguo método inquisitivo para el castigo de los herejes, que consistía en la brutal sodomización del individúo a través del ano o la vagina, al dejarlo caer sobre un pirámide de madera sólida, destrozándolo poco a poco a base de desgarres musculares. Esta terrorífica y salvaje acción, alcanza su depuración estética en cuanto a lo simple de su ejecución y lo contundente de su contenido. La gran aportación de Athey a la historia del ano, y las practicas contra-sexuales, biopolíticas y queer extremas, es la reconfiguración de un artefacto de tortura heteronormativo y de castigo sexual dogmático judeocristiano, en un aparato del placer, del erotismo. La mística que desarrolla Athey al rededor de este orificio del cuerpo al introducirse en el pico de Judas, es aun más grande que muchas críticas a la religión y a los dispositivos de regulación sexual. El magno dolor al que se somete el ano del artista, representa toda las muertes causadas a raíz de concepciones caducas como pecado, o herejía, de acuerdo a las practicas homosexuales, y aún más de cualquier tipo de practica no heterosexual. La importancia de esta acción implica una destrucción total al concepto de masculinidad, donde el hombre, entre más viril, menos anal. Aquí la posible masculinidad de Athey es desvanecida por un “hermafroditismo anal” que no distingue entre sexos, y que se convierte en oráculo de género, en un espacio universal de transformación sexual, que es capaz de tragarse soles y estructuras piramidales. La imposibilidad mental de concebir a un “hombreso-metiéndose por propia voluntad a esta práctica, como alternativa sexual y erótica, debido a lo difícil de su ejecución física y a lo peligroso de su fallo, cuestiona el arquetipo “masculino” que le tiene miedo al ano. Athey logra mostrar a un “hombre” con pene y “viril” que se introduce el mismo apocalipsis en el ano, y peor aún, lo logra. Esto destroza la estructura clave del concepto de “masculinidad” heteronormativo, que termina pareciendo una parodia del concepto de “feminidad” y viceversa.

La “masculinidad” en occidente, constituye la mitad del campo sexual, un hemisferio de configuración corporal, la marca, la pauta a seguir de todos los que tenemos pene. De todos los que “nacimos hombres”. Es claro como es que lo único que no tenemos de correcto en nuestra supuesta corporalidad activa, una corporalidad lista a penetrar con miembros enormes y erectos hasta el fin de los tiempos, es el ano. El ano, agujero negro que se traga todo y que expulsa el asqueroso y diabólico excremento, lugar donde se llevan acabo actos bestiales como los besos negros, el coito anal, la coprofilia y la coprofagia. El ano, el enemigo eterno de la corporalidad “masculina”, misma que esta esclavizada a sus representaciones heterosexuales y heteronormativas. Un ano que no ensucia, un ano que habla, que muerde. El ano asesino. El ano sagrado. El ano que da vida. Conceptos inconcebibles para la mente de muchos de los “hombres blancos” de occidente, aún hoy en día. El arte de performance pareciera ser la primer gran vía de politización y simbolización de este esfínter, pero todavía es poco estudiado. Pensar al ano como espacio político de cambio social, es pensarnos a nosotros mismos como creadores de nuestro propio futuro de género. Defecar cobra otro sentido. La penetración anal cargada de simbolismo y semiótica del ano y la verdad. Una bandera para la liberación sexual, y para la reconfiguración de las sociedades, al alcance de la mano, o de los dedos. La abolición de la masculinidad heteronormativa comienza en el ano de cada uno de los hombres.
La Ano-malía, es la vía.




Lechedevirgen Trimegisto
(Felipe Ernesto Osornio Panini )
Director de “Gran Guiñol grupo artístico” y performer de arte queer extremo.

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